jueves, 27 de abril de 2017

amigo lucho

El domingo recién pasado, se cumplió un año del fallecimiento de nuestro amigo Luis Hernández. 
Decidimos ir hacia el cajón del Maipo, a visitar la animita que hicimos en su honor y ubicada de manera simbólica un poco antes del embalse el yeso, frente a una cascada.
Nos juntamos con Adrián en quinta normal y esperamos a Ribo, que para variar se quedó dormido.
Avanzando por Av. La florida Adrián nos avisó que estaba casi sin bencina.
Paramos en una petrobras, pago en la caseta y al iniciar el despacho con la pistola no salía bencina. La cajera casi por inercia le consulto si sabía usar la máquina. Adrián volvió a intentar y nada.
Después de varios intentos y la posterior llegada de un encargado de Petrobras se dieron cuenta que había un problema con el surtidor. Ya un poco molesto por la pérdida de tiempo le indique a Adrián q pidiera su dinero y fueramos a otra bomba.

Ahora si...


Continuamos rumbo a San José de Maipo, había poco tráfico de vehículos. Algo poco común por este camino los fines de semana.
Todo a raíz del aluvión del fin de semana pasado. Las lluvias a mucha altura provocaron deslizamientos de tierra y la crecida del río que arrastro sedimentos, provocando en aislamiento de algunos sectores por cortes del camino y dejando un saldo de 3 muertos y 4 desaparecidos.

Me fui quedando un poco atrás con respecto a Ribo y Adrián, no salía en la moto desde la ruta a Pichilemu, hace unos 3 o 4 meses atrás. Aún no tomaba la suficiente confianza, sobre todo en las curvas.
A la entrada del pueblo de San José, unos 100mts más atrás que los muchachos veo como carabineros los hacia parar. Y desde la distancia también me señalaron.
Al estar cerca y ver que tenían la pistola de volocidad en la mano, dije : " de esta no nos salvamos".


Nos pidieron los documentos y nos consultaron hacia donde íbamos. Ahí Adrián saco el habla y se puso a contar un montón de historias, entre ellas la de hacer un tatuaje a gran altura y alimentando la máquina con la batería de la moto. Uy qué todo eso lo quiere inscribir en los récords Guinness.
Para entonces el carabinero ya había entrado en la conversación, señalando que también le gustan los tatuajes y las motos. Le señalo a su compañero que solo nos hiciera un control de identidad.
Uff.. respiramos por fin, todo por el bla bla de Adrián.
La conversación siguio con las motos, que tiene una falcón, que le gustaban las XR antiguas, que las tornados eran malas, peores las xre. Hasta ahí dejo de caerme bien, prefería que me cursará la infracción a que ninguneara a mi tornado.
La conversación con Adrián siguio en torno a los tatuajes. Cuando ya nos íbamos, el carabinero le dice a Adrián, que él se quiere hacer una lagartija "ahí", señalándose la entrepierna.
"Asi, cuando se ponga contento se transformará en dinosaurio".
Estás dispuesto a aceptar ese desafío Adrián?

Antes de salir de San José nos detuvimos otra vez, Adria debía comprar una máquina de afeitar. Para limpiar el brazo de Ribo antes de tatuarlo.
Recuerdo que antes de la detención le había preguntado a Ribo si el llevaba una máquina. La respuesta de Ribo fue lógica. Quien lleva una máquina de afeitar a una ruta en moto?

Pasamos por el interior del túnel Tinoco, creo que es primera vez que entro en la moto. Otras veces me he apurado por el camino para sacar la foto cuando los demás salen.

Ya dejando atrás San Gabriel y el puente el yeso, hasta donde llegaba el pavimento en mis primeras incursiones en el cajón del Maipo, comenzamos a subir rumbo al embalse.

los avances con el asfalto van muy rápido, ya están a solo pocos kilómetros del embalse.
años atrás pasando el puente el yeso, la detención hubiese sido necesaria, para poder sacarle un poco de aire a los neumáticos. ahora eso se hubiese visto como un acto ridículo.
subiendo sentí todo el rato la moto ahogada. a la altura de los refugios, si dejaba de acelerar se apagaba el motor. creo que tantos meses parada termino por ensuciar el carburador. debí botarle la bencina que quedo en la cuba. 


solo un par de kilómetros de tierra antes de llegar a la cascada es lo que va quedando. eso si, vimos un nuevo camino, o que por lo menos antes no habíamos visto. Algún día podremos ir a explorarlo.


Llegamos a la Animita de lucho, de fondo la cascada acompaña a nuestro amigo.


Comenzamos a limpiarla, sacudimos un poco el polvo que te tenía al interior, limpiamos los vidrios y ordenamos los recuerdos que se dejaron en su interior. 


Intenté infructuosamente encender una vela, el viento y el oxígeno más disperso en la altura lo hicieron imposible.


Cambiamos el candado, Ribo había llevado una hoja de sierra para cortarlo pues, George que había visitado la animita hace poco nos contó que la llave escondida tras la animita ya no estaba.
En el viaje a Lican Ray con George ya me había quedado claro que el es un tanto distraído y luego de mirar debajo de la animita encontré la llave, de todas formas igual cambiamos el candado por que la copia guardada por César ya no existía. Ahora dejamos una en la animita, otra copia de la llevó Ribo y la otra me la quede yo.




Ya cumplido nuestro compromiso con lucho, Adrián comenzó a preparar todo para comenzar con la tarea de tatuar en la cordillera.


Con una Wilkinson basto para despejar el área de trabajo


La idea era repasar un tatuaje comenzado anteriormente. 
Un casco de enduro en su brazo derecho.

Dejaremos las fotografías en primer plano, del rostro de Ribo en una carpeta bien oculta. Nadie quiere ver su cara de dolor y sus lágrimas. Me hubiece gustado contarles que aguanto el dolor como un buen macho lomo plateado, pero no fue así.



Después del tatuaje subimos hasta la cascada para la foto. Aunque mis ganas de subir con las botas de enduro no eran muchas, lograron convencerme.


Despues de eso subimos un poco más por el camino hasta el inicio del embalse. Ahí estuvimos un buen rato esperando a Adrián, que se fue a caminar por las escaleras de la central.





Ya bajando hacia San José, nos detuvimos a esperar por un momento. Habían trabajos en el camino. 
Los aluviones recientes habían destrozado algunos partes de la ruta. Las barreras de contención habían sido arrancadas por la fuerza del barro que bajo por las quebradas.

Mientras estábamos detenidos Adrián se puso a hablar con el banderillero. Con Ribo nos salimos del camino a mirar por una quebrada.


Cuando por fin abrieron el camino nos apuramos en retomar nuestro regreso a casa. Antes de despedirnos no podía faltar comer unas empanadas en alguna de las picadas repartidas por el camino.


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